22 de febrero de 2009

La Democratización NO es demagogia

Jorge Rodríguez V. Leonel Álvarez.

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En la antigüedad, en el Ágora griega y los Foros romanos, muchos fueron los filósofos que de alguna y otra forma aportaron a la política, tanto para sus tiempos como para los nuestros. De entre estos, Aristóteles consideraba a la democracia como la peor de las mejores formas de gobierno, idea entendible por el contexto y el tiempo en el que vivía. Pero más adelante, Cicerón, reconocido orador y político romano, retomó la democracia como la mejor forma de gobierno: "La aspiración democrática no es una simple fase reciente de la historia humana. Es la historia humana".

En contraposición de la democracia, encontramos la demagogia, denominada por Polibio como la oclocracia. Según el mismo filósofo, la demagogia u oclocracia es "la tiranía de las mayorías incultas y uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas". Hoy en día entendemos la demagogia como una especie de populismo. Es una estrategia política en la que se utiliza la retórica para apelar a los sentimientos y conseguir el apoyo popular.

Evidentemente democratización no es lo mismo que demagogia. Es contradictorio por lo tanto, pensar que la democratización de un partido político, al hacer sus elecciones internas de forma abierta a todos los ciudadanos del país al que aspiran representar, es una manifestación de demagogia, como han asegurado algunos refiriéndose al proceder de partidos como Liberación Nacional y el recientemente interesado Acción Ciudadana.

En el estudio "Partido políticos en América Central: transformaciones y líneas para su fortalecimiento", realizado por el diputado Fernando Sánchez, se plantea la siguiente pregunta: "¿Cómo se pueden profundizar los niveles de democratización en los partidos y así elevar su representatividad y legitimidad política, sin sacrificar su fortaleza y cohesión institucional?". Pues la respuesta está dada en una participación de la ciudadanía en general de forma real, donde el escoger a un candidato por planteamientos que tiene, puede ser la puerta de entrada a que sea parte del partido político que dicho candidato representa.

Tanto el proceso interno como el abierto para elegir a los representantes y dirigentes de un partido son una forma de democratización partidaria, a diferentes niveles. No es sano tachar a un partido de demagogo por utilizar una de ellas, sino que se debe buscar el proceso más transparente y adecuado posible, siempre con la idea de que se Gobierna por el pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Un Estado sólido está compuesto por partidos sólidos, y como dijo Enrique Obregón en su artículo "Ser de izquierda ahora" (Página Quince 23/10/2007): "no puede haber progreso sin un Estado fuerte que garantice derechos y libertades fundamentales, un Estado democrático y social." Por eso la participación y la democratización son un paso más en la vida moderna de nuestros partidos y no el retroceder a que argollas sectarias sean los que hablen por nosotros el pueblo; eso si es demagogia.

12 de febrero de 2009

Tiempos de Escudo

Nuestro país se encuentra como el resto del mundo ante una crisis internacional, que no fue causada por nuestras autoridades, pero con la que todos debemos convivir. Es una crisis seria que nuestra, gran aldea global, no vive desde la década de los años 30 del siglo pasado. Decía Sir Winston Churchill “un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”.

La crisis financiera ha sido para muchos una calamidad, en especial para los que desgraciadamente están perdiendo sus trabajos, para los que han tenido que cerrar empresas, para los que han tenido que despedir colaboradores. Sin embargo, debemos de sentirnos confiados, de que en nuestro país, la situación está siendo manejada con responsabilidad, dado que se viene preparando el granero para este tiempo de vacas flacas.

Costa Rica a diferencia de algunos otros países, hasta hoy no hemos visto despidos masivos, no hemos visto paros de fábricas de forma masiva; a diferencia nuestro país ha presentado un plan de enfoque social, en el que se plantea de forma inicial un gasto sin precedentes en los que menos tienen y que son quienes más nos necesitan. Con deficiencias, virtudes y esperanzas, el escudo que tenemos es este plan del gobierno, que con medidas necesarias permite que en los siguientes meses los ticos de menos recursos vivan de mejor forma.

El plan escudo nos presenta enormes retos, uno de ellos la propuesta de flexibilización laboral, que se convierte en una herramienta que marcara diferencia en el sistema de trabajo de nuestra sociedad. Nos presenta oportunidades de crecimiento técnico a los trabajadores con las becas del INA; facilita que los jóvenes y las mujeres que tienen ideas productivas recurran a banca de desarrollo para ejecutar sus ideas.

Definitivamente esta es una oportunidad para nuestra sociedad. Es tiempo de reflejar el temple de que juntos si podemos ponerle buena cara a la adversidad, ya que juntos como país es que enfrentamos una situación de cuidado, pero que ha sido manejada con responsabilidad. Todos los días podemos aportar algo para mitigar el efecto de la crisis, podemos aportarle algo al escudo que nos cubre y une para mejorarlo; pero tal vez lo más relevante es que como dice el viejo adagio “nunca está más oscuro que cuando va a amanecer”.

2 de febrero de 2009

Nuestro Escudo Más Necesario que Nunca

El símbolo nacional que nos identifica como país, es nuestro escudo; un escudo muy lleno de simbolismos de lo que es nuestra identidad nacional, un escudo que es parte del ideario colectivo y que representa la lucha de nuestro pueblo por ser distintos, por ser mejores y por ser únicos pero sobre todo que es la visualización de nuestro país como terruño lleno de paz, solidaridad y dedicación.

Desde hace algunos meses cuando comenzó la crisis financiera internacional, nuestro Gobierno había anunciado que las vacas flacas estarían cerca y que deberíamos prepararnos. Curiosamente nuestro país viene preparándose, con eficiencia tributaria y con disciplina en el gasto. Nuestras autoridades han sido precavidas, pero lo importante acá es que esta crisis es nuestra oportunidad para seguir haciendo bien las cosas.

El pasado jueves el Gobierno de la República, encabezado por el Presidente Arias, presentó el plan Escudo para la protección social y el estímulo económico frente a la crisis internacional. Es relevante retomar que nuestro escudo nunca fue más necesario como ahora, ya que es todo el simbolismo del mismo, el que nos guiará a derrotar a esta nube que está en nuestro horizonte. Muchos creyeron que el Presidente iba a anunciar un eje económico, pero ventajosamente la preocupación del Gobierno es y sigue siendo la clase menos favorecida y por eso nuestro Escudo sigue siendo social.

Las medidas aplicadas desde ya, son ejemplo de la visión socialdemócrata con que se manejan los temas públicos. Son muestra de que si nos preocupamos por asistir a las familias con apoyo a los más pequeños por medio de los Cen Cinai. Es muestra de ayuda el aumentar una vez más el monto que reciben nuestros abuelos vía régimen no contributivo, pero sobre todo es muestra de que si tenemos en cuenta a los que por miles de motivos construyeron parte del país. Este plan escudo tiene caras humanas, está pensado para el trabajador, el joven, el estudiante, el microempresario, la mujer tenaz cabeza de familia.

Tal vez la mayor herencia que este plan nos deja, radica en la visión de un país que solo unido puede hacer frente a los embates de la sociedad global. Nos dio un ejemplo el presidente al reconocer que el plan no es perfecto y que por eso las críticas para mejorarlo son bien recibidas; pero sobre todo por reconocer que sin banderas políticas hay que visualizar lo bueno de todas las fuerzas políticas. Ese es el camino de la Costa Rica del bicentenario.

Este plan escudo es necesario y como bien han dicho muchos analistas, es un buen comienzo digno de reconocer al Gobierno de la República. Ojalá cada vez más costarricenses seamos capaces de sumarnos a hacer realidad estos planteamientos y en especial que podamos vivir la construcción de nuestro país como decía don Daniel Oduber cuando dijo “el verdadero fin de nuestros esfuerzos no es la riqueza, es el hombre”.