Jorge Rodríguez Vives.
Ex viceministro de Hacienda.
Recuerdo el año 2002 como el cierre de mi bachillerato y que mi profesora de Estudio Sociales, Evelyn Siles, nos invitó hacer un trabajo de investigación sobre las mujeres en la política costarricense en el 2002. En aquel momento ella me sugirió tratar de entrevistar a alguna de esas grandes mujeres de la política, yo siendo un chiquillo le dije “pues lo intentaré, pero dudo que me den pelota”. Así contacté al despacho de una diputada que me parecía a todas luces una señora con mucho ímpetu, ducha en la arena política y que tenía fuertes convicciones. Esa Diputada era Laura Chinchilla.
De su despacho amablemente me dieron una audiencia para que la entrevistáramos sobre el tema asignado, pero la conversación se volvió aún más interesante ya que con paciencia franciscana y vocación de maestra nos contó la razón por la que se había metido a la política nacional y su respuesta fue simple pero contundente: “porque el país requiere más mujeres haciendo carrera pública y no quisiera que otras mujeres piensen que no se puede”. Desde ahí comprendí que Laura sería de esas guerreras que estaban dispuestas a abrir el surco y haría historia.
A lo largo de los años, fui conociendo mejor a Laura Chinchilla desde los distintos cargos que ejerció. Desde el 2005 para mí se hizo más evidente que su liderazgo, capacidad intelectual y visión del mundo le permitía abordar problemas complejos con asertividad y con visión estratégica. Su vida desde ahí cambió al ser vicepresidenta y luego la primera Presidenta de la República. Incólumes estuvieron esas capacidades que le conocí desde joven y que se profundizaron al tener la oportunidad de trabajar con ella.
Bien decía Indira Gandhi cuando indicó “la fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable” esa es una frase que siempre asocio a Laura Chinchilla, ya que ha demostrado esa voluntad indomable por abrir oportunidades, por concretar proyectos y por generar alianzas de forma tal que planes y programas beneficien al mayor número de personas posible. Trabajar con Laura Chinchilla es aprender de su capacidad de análisis y su vocación de servicio no solo para Costa Rica sino para la Región de las Américas y el Caribe. Su presidencia de la CELAC fue de las más productivas en la generación de buenas prácticas en política social y primera infancia, en generación de políticas para PYMES y en modelos de competitividad subregionales.
Laura Chinchilla ha emprendido un nuevo reto, que no solo es personal sino de nuestro país, al buscar con apoyo de varios países amigos de Costa Rica, la Presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. El BID es una institución relevante para la región y es necesariamente una oportunidad para que el banco pueda reforzar su liderazgo en una región que post COVID-19 va a necesitar trabajar arduamente en cerrar la brecha de la desigualdad, mitigar los efectos de la pobreza y convertirse en una región líder para el emprendimiento, la inversión social, adaptación y generación de empleo ante la cuarta revolución industrial.
Chinchilla tiene la experiencia, el compromiso y el talento para convocar a la región a una nueva era de diálogo en la que la agenda mencionada va por delante y en la que ella se puede convertir en la articuladora de la suma de voluntades. Estamos ante los tiempos más aciagos que de nuestra historia. Es en estos tiempos cuando más se necesita el uso del liderazgo transformacional en instancias como el BID, donde lo que nos convoca es lo que nos une y no lo que nos separa como región. Hoy más que nunca América Latina y el Caribe necesitamos del Banco. Hoy más que nunca el Banco necesita que quien lo dirija sea una persona que tiene una relación sólida con América Latina y el Caribe. Como escribió García Márquez: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios.”