3 de agosto de 2008

La Romería si fue un acto de fe

Como cada primero de agosto, me dispuse junto a mi madre a llegar caminando a Cartago como acto de agradecimiento por las miles de bendiciones que recibí durante el año que pasó. Sin embargo este año fue muy curioso, además de que los hicimos en un tiempo bastante aceptable, yo antaba muy reflexivo y perceptivo.

Yo soy hombre de fe, quienes me conocen lo saben. Sin fanatismos pero si tengo una buena relación personal con el Ser Supremo. Parte de lo que sentía el viernes, cerca de Ochomogo, fue que el esfuerzo físico que significa hacer la romería, es un esfuerzo en el que dedicamos nuestro pensamiento a lo que nos motiva a ir hacia Cartago. Miles y miles de personas van con un agradecimiento, con una petición, con una oración. Sinceramente, me ilusionó ver que la gente va con respeto, con devoción, con la plena convicción de retribuirle algo a la Virgen y al Dios en el que cree.

Lo otro que me impactó, fue ver la cantidad de jóvenes. Aspecto que me llena de ilusión ya que a pesar de que hay voces muy dañinas que dicen que la juventud está perdida, que la juventud no tiene valores, que la juventud está podrida, los jóvenes que vi en la romería representaban todo lo contrario. Algunos creemos que essas voces están equivocadas, porque no es sano generalizar, y menos en cosas tan serias, ya que si existimos muchos que estamos dispuestos a dar nuestro aporte y a asumir nuestro reto con la historia. Así, conozco muchos ejemplos de personas jóvenes que desde cada segmento de nuestra cotidianidad, tratamos de hacer algo por el más necesitado, por mejorar la condición de alguien que nos necesita y de construir una sociedad más inclusiva.

La presencia de muchos jóvenes me llenó de alegría, me confirma que Costa Rica tiene esperanza, que todavía hay mucho que podemos hacer. Pero sobre todo que la esperanza reflejada en la romería se puede traducir a muchos otros espacios. Fue realmente motivante ver como a lo largo de la semana previa y durante el día primero, la gente se volcó por la negrita, ver como la gente iba con ese sentimiento de que las cosas aunque están duras, si se llevan responsablemente la carga se hace más liviana y sobre todo el sentimiento de que todo va a estar mejor.

Esa es mi reflexión sobre la romería. Un país que está convencido de mejorar, que está deseoso de hacer y que por más dura que sea la prueba, el empeño y dedicación nos permiten superarla y concretar nuestro objetivo con cariño y la satisfacción de la labor cumplida.

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